Si no llueve después de la siembra, el agua presente en la cama de siembra y debajo de ella es fundamental para que el nuevo cultivo pueda establecerse. Es importante retener esta agua y gestionarla con cuidado para que la semilla germine.
El sol calienta el suelo
Cuando sale el sol y empieza a brillar en un campo recién sembrado, la energía de los rayos solares calienta el agua que hay dentro y debajo del semillero. Algunas de las moléculas de agua adquieren suficiente energía para convertirse en forma gaseosa e intentan salir del semillero y pasar al aire en forma de vapor de agua.