1. Suelos de arenosos
Los suelos arenosos suelen ser secos, deficientes en nutrientes y de drenaje rápido. Tienen poca (o ninguna) capacidad de transportar agua desde las capas más profundas mediante el transporte capilar. Por lo tanto, el laboreo de los suelos arenosos en primavera debe reducirse al mínimo para retener la humedad en la cama de siembra. La capacidad de retención de nutrientes y agua de los suelos arenosos puede mejorarse añadiendo materia orgánica.
2. Suelos limosos, 0-10% de arcilla
Estos suelos se diferencian de los arenosos por tener una mayor tendencia a formar un terron, que suele ser muy duro. Si se trabajan en exceso, pueden volverse compactos, lo que disminuye su capacidad de infiltración de agua en periodos húmedos. En condiciones de sequedad pueden volverse duros y difíciles de cultivar. Sin embargo, suelen ser fáciles de trabajar y pueden almacenar cantidades considerables de agua. Requieren una buena reconsolidación, pero debe evitarse el laboreo en condiciones de humedad.